lunes, 18 de marzo de 2013

y es entonces,


cuando de repente apareces y te cuelas en mi vida, y decides quedarte, después de desnudarme el alma, la vida y los miedos.
Y cuando después de despertarme con besos, me acaricias la cara y el pelo, y yo te beso y me quedo prendada de ti.
Y cuando te miro a los ojos y siento que el mundo es menos malo, o que yo soy un poquito más buena.
Y cuando me dices que nadie nos va a parar. Y yo te agarro la mano y me siento volar.
Y cuando tirito de frío y me abrazas, y me coses las heridas aún abiertas, y por fin me besas las lágrimas. Y no me siento vulnerable, ni ridícula. Porque tú menguas todos esos sentimientos y los conviertes en risa.
Y cuando me miras y veo tu adoración por mí.
Y cuando me duermo encima de tu pecho, escuchando tu corazón y acompasando el ritmo de tu respiración.
Y cuando me susurras canciones y me quedo dormida. Y noto entre sueños que me besas la frente y me aprietas junto a ti.
Y cuando te siento. Y me sientes.  Y no existe mundo que pueda parar ese momento.
Y cuando me besas la sonrisa y te veo sonreír a ti de lado.
Y cuando me abrazas por la espalda y me besas el cuello. Y yo siento que nadie más puede entrar en mi ya, desacorazado corazón.
Y cuando me susurras que me quieres. Y me lo repites. Y te sonrío. Y te pido un te quiero más.
Y cuando te veo dormir (sí, a ver si te crees que eso de ver dormir sólo lo haces tú), y te acaricio los párpados. Y veo como se asoma una media Luna en tu boca. Y yo me pienso ahí, columpiándome en esa Luna, para siempre.
Y cuando “te veo sobre la cama y quiero quedarme a vivir”, porque sí. Porque eres el mejor sitio donde puedo y quiero estar.
Y cuando me cortas las frases con un beso, y me enfado. Y te ríes. Y yo me enfado más. Y luego me sonríes y me sacas la lengua… y yo digo que no puede haber vida más allá de ese momento.
Y cuando te sueño, y al abrir los ojos estás ahí, mirándome. Y entonces no sé si ha sido un sueño o la realidad que vivo con los ojos cerrados.
Y cuando me escribes poemas en post-its amarillos. Y entonces me paso las horas mirando el cabecero de mi cama.
Y cuando te digo que eres mi equilibrio y veo sonrisas en tu iris.
Y cuando me acojono, porque siento que en tan poco tiempo te has convertido en el tanto de mi vida.
Y cuando me da igual lo que opine la gente. Y me da igual el mundo, mientras tú me mires.
Y cuando no me avergüenza decir que me has calado el corazón y lo has pintado de un rojo intenso imborrable.
Y cuando te digo que el verano eres tú, y que si me abrazas de esa forma no voy a volver a tener frío nunca más.
Y cuando te quiero, por encima de todo lo que puedo querer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario