sábado, 3 de noviembre de 2012

Buscando en el baúl de los recuerdos encontré...


Acceso permitido a cualquier puerta de mi mente, y si no haces ruido, hasta a la pequeña de la izquierda, que es lo más parecido a un pasaje a punto para ser descubierto, sólo porque es la única que lleva directamente al corazón. No olvides encender todas las luces, no quisiera que te golpearas con tanto barullo en el suelo. Atmósfera casi inerte, te costará respirar sino llevas aire de repuesto. Puedes tocar casi todo, siempre y cuando lo vuelvas a dejar en su sitio, y si no lo recuerdas no pasa nada, paso de vez en cuando a intentar organizarlo, aunque se me acumula la faena. Juraría que por algún sitio hay un mapa, o algo parecido, creo que lo apunté todo en notas. Apunté dónde iba cada cosa un día que me sentí tan radiante que no soporté estar en desorden. Desde entonces no me he dignado a ir, han habido terremotos, lo noté desde aquí, noté como cada recuerdo se interponía al anterior sin un orden lógico. Y si encuentras cosas rotas, que ni se te pase por la cabeza que siempre han estado así, han sido otros que han logrado pasar el acceso restringido, vándalos de una noche que sólo querían divertirse un rato a costa de mis sentimientos. Nada valioso, pero sí con un valor especial para mí. Eso sí lo más importante está en la caja fuerte, que tan tonta no soy, dudo que alguna vez puedas verlo, ni yo misma recuerdo la clave, y es mejor así. En las vitrinas están las canciones, una a una ordenadas por orden alfabético al revés, si te gusta mucho alguna llévatela. No te asombres por todos los frascos de lágrimas guardadas, no acostumbro llorar, y siempre es bueno tenerlas ahí, no vaya a ser que algún día el corazón se llene de polvo, siempre puedo lavarlo. En las esquinas encontrarás el libro de todas mis sonrisas, quizá te aburras de leer, hay muchísimas. Del otro lado el de las veces que me han decepcionado, pero ese tiene una tapa muy fea, no creo ni que te fijes. Las visitas no guiadas no suelen quedarse mucho rato, a los pocos minutos se giran y se van, y claro nunca me he atrevido a preguntarlo. Eso sí, ni se te ocurra llevarte algún escrito, ni pararte a leer mis memorias, con el tiempo quizá te las deje. Cuando salgas no olvides escribir a mi lógica como crees que debería ordenar las cosas, envíalo como importante, quizá te haga un poco de caso. Antes de cerrar la puerta principal, mira la moqueta de bienvenido, debajo está la llave para que superes cualquiera de las barreras de mi cuerpo. Y si crees que empezando al revés ahorraríamos tiempo, no te creas, lo notaríamos al final.

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