lunes, 16 de enero de 2012

Se acabó. Llega el punto en que te oprime tanto el corazón que no puedes respirar, y no metafóricamente. Cada noche, y en el mismo sitio de la habitación, te agarras el pecho para intentar que no se escape, corriendo, volando, a otro sitio mejor. Otro lugar donde el frío no presencie las noches ni el calor abrase mis mejillas.
Creo que existe otro lugar mejor, lo escuché en la radio, o lo vi en una película. No sé, quizá lo leí en aquel libro que tanto me gustó, ya que su protagonista se parecía a ti.
No me encuentro, de verdad que no me encuentro, el espejo no consigue engañarme y mis ojos en sangre viva, después de ésa canción.
Ojalá pudiese hacer algo por cambiar(lo)(me), pero no tengo fuerzas ni para pensar en cómo hacerlo. Es muy fácil hacer reír, creo que para mí es lo más sencillo del mundo. Lo más difícil es encontrar el por qué de tus propias lágrimas.

Me enfado con las sombras, que pueblan los pasillos. Y me abrazo a la ausencia, que dejas en mi cama”.

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