lunes, 28 de noviembre de 2011

Hardiness.

Y entonces ocurre, sí, te das cuenta de que en esa posición, con los ojos cerrados, apretándolos bien fuerte, toda la vida empieza a emanar. Y esa canción, y la otra... y ésa... joder, ¿te acuerdas de Ésa? Que puta es la vida. Pero qué realmente puta, joder. Y fíjate que odio llorar y sentirme vulnerable ante ojos de los demás, pero es tan bonito a mis ojos... Bonitamente puto. Putamente jodido. Cómo me gustan estas palabras que no tienen sentido, aunque, ¿qué tiene sentido? Silla es silla, y tú sabes lo que es una silla, pero silla podría ser estuche y nadie se hubiese preocupado de nada. Porque estuche sería, entonces, estuche.
Y todos contentos.
En serio, ¿la vida de siete mil quinientas millones de personas es tan superficial? Me lo cuestiono a cada segundo. En cada cosa que escucho, que observo, que puedo formar parte. ¿Tan ridícula es la vida de toda esta gente? Quiero pensar que siguen existiendo PERSONAS, algunas, pocas... bueno, ya dicen que dos son multitud; que son como yo. Por favor, que existan. Por favor. Porque entonces si que tendré más motivos para tumbarme en la cama y seguir llorando por la puta mierda de vida que es ésta. Pero esta vez sin música, sin recuerdos y sin nada. Lloraré desconsoladamente.


Puto Hardiness. Puta fuerza que recorre mi interior. Puta vida, que me hace ser tan grande ante ésta inmensidad de mierda.

1 comentario: