martes, 16 de febrero de 2010

Cuando grites y el mundo te parezca tan cruel que decidas arrancarte el derecho a la vida, correré. Correré para salvarte. Y, probablemente no te salve. Pero prometo intentarlo. Prometo intentar que tú intentes salvarte. Y cuando las lágrimas se tornen tan densas que prácticamente pierdas la visión objetiva y subjetiva de aquello que los utópicos llaman realidad, saltaré. Saltaré para salvarte. Y, probablemente no te salve. Pero prometo intentarlo. Prometo intentar que tú intentes saltar conmigo. Y cuando la luz se apague, las fuerzas flaqueen y tus piernas no hallen la suficiente vida como para empezar a caminar, caminaré. Caminaré para salvarte. Y, probablemente no te salve. Pero prometo intentarlo. Prometo intentar que tú intentes caminar a mi lado. Y cuando la cal tape la sal y los limones pierdan hasta la última gota de ácido, cuando ya nadie pueda estirar tu sonrisa y la ciudad chirríe en la punta de tu nariz haciendo lo soportable insoportable, estaré. Estaré para salvarte. Y, probablemente no te salve. Pero prometo intentarlo. Prometo intentar que tú intentes estar junto a mi. Y cuando ya no vivas, viviré. Viviré para salvarte. Y, probablemente no te salve. Pero prometo intentarlo. Prometo intentar que hasta el último de los días, mientras continúes estando viva, vivas. Y cuando ya no vivas, yo prometo vivir por ti, para vivir contigo.

1 comentario:

  1. joder, este texto es pf, precioso.
    despues de leer esto apetece un abrazo, nose, me da esa sensacion..jaja
    un besazo gran martita!!

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