miércoles, 28 de octubre de 2009

PIEDRAS.

Pues haber cuando me hacéis una visita, tu y tu novio. Para que os de el visto bueno. Lisboa es rara, Javier. Es una cuidad de la que tengo recuerdos de cosas que no he vivido. Pero eso me hace ir despacito, más tranquila, con dos dedos. Torpe, pero… acertando en las letras que quiero dar. Estoy tranquila, por fin. Al menos ya no siento que me muero por dentro, eso es bueno, ¿no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez, y olvidarme de que ésta y cualquier cuidad a veces está tan triste como yo. Y notar que estoy cambiando, aunque sólo sea un poco, bueno, si es mucho mejor. ¿Has visto que egoístas nos volvemos cuando estamos solos? Espero que tu novio el médico tenga cura para el egoísmo. ¿Tú crees que nos enamoramos sólo para no estar solos? Yo creo que me he enamorado de un chico, bueno, mejor dicho de su cogote. Me encanta el cogote de un conductor de tranvía que no conozco.
Espero que lo que tienes ahora sea lo que siempre soñaste tener. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tienen que ir.
Aunque creo que al final, los sueños no son más que una excusa, pero una excusa muy gorda, son la excusa para vivir. Por eso a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. Qué putada, Javier… asumir que nunca serás lo que deseaste, ni esperarlo siquiera. Joder. Deseo, deseo, deseo, deseo. Quiero con todas mis fuerzas ser feliz, y con eso hacer un poquito felices a los que me rodean. Eso es lo que siempre quise. Ais… qué bien. Qué bien Lisboa, Javier.

No hay comentarios:

Publicar un comentario