Gracias.

Nada muere si hay alguien que lo recuerda.


Lunes 19 de octubre. Todo parece ir normal. Cada uno se levanta y se dispone a ir al colegio. Una vez en el, 8:00 de la mañana, empiezan las clases, a mí me toca geografía. Entra el profesor, todo como siempre. Empieza la oración de la mañana, pero esta vez no lee lo asignado, nos dice la noticia que ninguno jamás hubiésemos querido escuchar.
Creo que al igual que a mí a todos se nos ha encogido el corazón. ‘No me lo creo’. Ha sido lo primero que he logrado decir.
Durante toda la hora, la hora más eterna de lo que llevamos de curso, no me he atrevido a levantar la cabeza y mirar a cualquiera de mis compañeros, sabía que si lo hacía, no iba a poder contener las lágrimas.
Alguien sale al pasillo, grita. Gritos de dolor, gritos empapados de lágrimas. Parece que todos se han enterado. Termina la hora interminable.
Gente que entra en las clases, otros salen. Me voy a mi sitio, llega una persona, llorando a mares, le miro a los ojos, y ya está, es suficiente para que todo el dolor, la incredibilidad y todas las lágrimas afloren los recovecos del cuerpo. Y te abrazas. Te abrazas a esas personas que están igual o peor que tú. Y sientes su respiración, como se entrecorta, provocado por esas profundas lágrimas y esa angustia que no te deja ni un momento.
Nos dan horas libres, horas para salir fuera, para desahogarte, seguir abrazándote con tus AMIGOS, sentir como el apoyo está ahí. Porque está ahí. Como tú.
Tú no te has ido, nunca te irás. Nada termina si hay alguien que lo sigue recordando. Y nosotros no te dejaremos de recordar nunca.
Es duro, es difícil, es doloroso, si. Pero estamos juntos. Y juntos te mantendremos en el recuerdo, juntos sonreiremos por ti, juntos nos acordaremos de una de las personas más buenas que existen. Juntos por ti, GONZALO.


Siempre te recordaremos a ti si, porque eres sin dudarlo una de las mejores personas que existen.
Gracias por todo lo que me has dado Potri.