domingo, 21 de abril de 2013

Hasta siempre.


Me prometiste el cielo
y juraste el infierno
mientras ardías sobre mí.
Y yo te complacía regalándote 
verdades y sonrisas
de las que te reías, mientras caminabas de mi mano.
Era la estúpida más morena a la que mentiste.
Supongo que no la única.
Siempre se te dio tan bien eso.
Eso de hacer volar,
estando anclada a tu barco.

Tienes el don de aparecer y remover todo lo que encuentras a tu paso.
Y lo repites, después de que el breve capítulo de un cuento
cure mis heridas y logre recomponerme de tus labios.
Vuelves, sin llamarte.
A sabiendas de que escueces.
A sabiendas de tus destrozos.

Quería ser tu musa y recuerdo.
Tu pluma y papel.
Tu amor más posible.
Tu lágrima dulce.
Tu ave fénix.

Pero ante mí, y ante el amor
estaba tu ego, cariño.
Y contra él no pude luchar.
Ni pude, ni quise.
Y ojalá, algún día,
ojalá,
te des cuenta de que el mayor dolor
es la ausencia del amor
que tú mismo creas.

Tenía que escribir esto,
algún día.
El día en el que escuchar tu canción
no supusiera que mis ojos se aguaran.
Ese día es hoy.
Hasta siempre, Primavera.



"Cuídate, nos debemos la vida.
Vuelve pronto, y se fue con las flores."

3 comentarios:

  1. Me he sentido muy muy identificada. Como siempre sublime Martita. Me alegro de verte tan feliz ultimamente, que el amor no te deje nunca!!!

    ResponderEliminar
  2. Lo último es muy bueno, es tuyo?
    Un besazo!

    ResponderEliminar