lunes, 20 de diciembre de 2010

Imagine.

Imagino que imagino. Me imagino imaginando. Me encanta imaginar que imagino mientras realmente, estoy imaginando. Imagino que cada día prevalecen más ideas descabelladas entre tú y yo, que si te quiero, que si me quieres, que si prefieres quererme los días de lluvia, coger mi mano y depositar en tu pecho mi energía, tocar mi pelo y reducir mentalmente el deseo de convertirte en polvo... Aún no aprendiste a contar si tu locura y la mía juntas suman catorce momentos. Si cada uno de ellos, los recuerdas. He esperado a que me besaras toda la mañana. Eres mi propio insomnio. Me miras desde la distancia, sonriendo para ti. Eres mi monosílabo favorito. Eres la taquicardia de todos los días. Careces de sentido. La última semana, ¿qué sentías?, aquella en la que permanecimos boca arriba en la cama. Con los ojos abiertos de par en par. Aquella vez que intente tocarte. Me he enamorado de la nada, de una insólita parte del universo. De la esperanza.

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