domingo, 29 de agosto de 2010

Piensa, reflexiona; actúa.


Las reflexiones junto al mar son las más bonitas y quizá enriquecedoras que una persona puede tener, o por lo menos, para mí.
La paz que te transmite el oleaje, el ruido de las olas al chocar, la infinidad del mar y las gaviotas sobrevolando ese azul tan perfecto que hace que nos quedemos embobados viendo como los minutos pasan sin ser echados en falta.
Dibujar sobre la arena cosas sinsentido, palabras o formas que acaban siendo nada, simplemente arena mojada de nuevo.


Y lo que más me gusta, sobre todo esto, es imaginarme andando sobre ese azul cristalino y llegar hacia donde creías que estaba el final, y darte cuenta de que no, que no hay final, que no existe final alguno. Que como en la vida misma cada uno pone el tope donde quiere que se queden las cosas.
Como cuando era pequeña y le preguntaba a mi padre dónde terminaba el mar y él me respondía que ahí mismo, donde él ponía el dedo; que era simplemente la línea azul que separa el mar del cielo y que no, que parece que no exista nada más. Sólo parece.
Y yo, pequeña e inocente hice caso a mi padre y cómo no, ahí terminaba el mar. No había más. No que yo quisiese ver.




Con esto no pretendo llegar a ningún fin en absoluto, simplemente, pensando, recapacitando -ya que he tenido muchos momentos este verano para poder ausentarme de esta neblina que tan hipnotizados nos tiene- he llegado a la conclusión de que cada uno quiere y de hecho, debe poner fin a las cosas en el momento que el lo crea necesario. Está comprobado que alargar las cosas sin ningún tipo de sentido sólo consigue entorpecerlas, aburrirlas y complicarlas.
He vivido tanto este verano, que una vez más me ha servido para darme cuenta que el colegio y la universidad sólo te aportan unos estudios necesarios para ir formándote, pero que lo más importante está en ti y en tus momentos vividos. Que toda persona es todos y cada uno de sus momentos y recuerdos y que yo, afortunadamente, tengo muchos ya pasados que han conseguido complementarme y hacerme como soy.


Me he dado cuenta de quiénes son de verdad y quienes los interesados. Quiénes pondrían la mano en el fuego por mí y sobre todo, por quiénes la pondría yo.
Una vez más he forjado amistades rápidamente… y una vez más me han sorprendido, gratamente. Personas que te escuchan a cambio de nada; que te sonríen a cambio de otra sonrisa; personas que aún y conociéndolas de dos semanas, ya parezca que te conozcan de toda una vida. Eso es lo fundamental, lo básico y lo que realmente llena a las personas; saber que estemos donde estemos siempre van a seguir esas tres o cuatro personas… quizá cinco, que estén, con la palabra ESTAR en todo su esplendor, a tu lado.


Por ello… el año que viene será duro y complicado para mí, me enfrentaré a muchos cambios, que seguramente me hagan madurar más y crecer como persona, pero más creceré y más segura estaré sabiendo que estas personas, mis pequeños-grandes pilares estarán sin ninguna duda, a mi lado, haya los kilómetros que haya.

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