domingo, 10 de enero de 2010

Tenía los ojos grises y la mirada perdida. Yo me acerqué y le pedí un cigarrillo. No fumo, me dijo. Y a mi me dio igual no fumar. Me quedé a su lado, de pie. ¿Quieres algo?, dijo. Le miré. Me miró. Me miraba. Le miraba. No, dije. Pues no me mires, me dijo en un susurro, no me mires que me borro.

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