sábado, 30 de enero de 2010

TÚ PUEDES.

Pensaba que todo pasaría, que ese tormento dejaría de azotarle y de atarle de manos y pies. Salió a la terraza y respiró aire fresco, ese aire que últimamente no le llega a los pulmones. Se sujetaba la cabeza, fuerte, los hombros no aguantaban más peso, cargados pedían a gritos algo que les aliviase.
Se le entumecieron los dedos y se le helaron aún más si cabe los sentimientos. Gritó un yo puedo, pero fue tan débil aquel que ni siquiera llegó a sus propios oídos.
Entró dentro y el agua salada que manaba por sus mejillas no cesaba ni un segundo. Tenía tanto miedo, tiene tanto miedo, es tan frágil... Es tan poco ella...
Necesitaba un TÚ PUEDES, lo oyó de su boca y consiguió conciliar el sueño entre unas lágrimas que le ahogaron el corazón.

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